Exposición
A partir de finales del siglo XIV, el Renacimiento se extendió desde Italia a Francia y al norte de Europa llevando consigo un nivel de destreza técnica que elevó el estatus del artista en la sociedad e influyó en muchos campos de la actividad intelectual. El pintor flamenco Jan van Eyck fue considerado un revolucionario a lo largo de su vida por el virtuoso empleo que hacía del óleo y su combinación de realismo y colores brillantes. El cuadro en óleo sobre tabla de Van Eyck La Virgen del canónigo Joris Van der Paele, realizado en 1434-36, es una de las pinturas de mayor tamaño del artista y posee una compleja iconografía (para más información, visita esta página de la colección de arte flamenco).
Las influencias flamenca e italiana pueden apreciarse en este retrato doble del Renacimiento tardío francés que sigue el estilo de la segunda escuela de Fontainebleau. La sensualidad del retrato de Gabrielle de Estrées, amante del rey, y su hermana hizo que alcanzara gran popularidad.
En Italia, el uso que Andrea Mantegna hace de la perspectiva confiere a su arte gran realismo escultórico y fuerza emocional, como puede verse en obras como Lamentación sobre Cristo muerto, realizada en torno a 1480
Se trata de una obra cumbre en la producción de Mantegna, una obra cuya fuerza expresiva, intensa serenidad y magistral manejo de la ilusión de la perspectiva la convierten en uno de los símbolos más famosos del Renacimiento Italiano.
Venecia era un excepcional punto de tránsito entre Europa y Bizancio. El taller de varias generaciones de la familia Bellini fue el epicentro del Renacimiento italiano. El monumental lienzo Predicación de San Marcos en Alejandría es un encargo que inició Gentile Bellini en 1504, pero, al morir el artista en 1507 sin haberlo finalizado, fue su hermano Giovanni quien lo terminó. Adornaba la sala de recepción de la Escuela Grande de San Marcos de Venecia, una de las cofradías más prestigiosas y poderosas de la ciudad.
