- Exposición: La píldora
- La anticoncepción en la Edad Antigua
Después de miles de años de desarrollo, existían formas relativamente seguras y fiables para prevenir embarazos no deseados que estaban ampliamente disponibles. Pero antes de que se implementaran los métodos modernos de control de natalidad, se inventaron, probaron y adoptaron o descartaron muchos otros anticonceptivos. En este capítulo inicial, revisamos las primeras estrategias anticonceptivas que había antes de la invención de la píldora.
Grecia y Roma
En los tiempos de los antiguos griegos y romanos, se descubrió que el silfio , una planta generalmente utilizada para sazonar, tenía efectos anticonceptivos. Cuán efectiva era en realidad es difícil de decir. Sí sabemos que el silfio valía más que su peso en plata y, por lo tanto, se extrajo hasta su extinción.
Se sabe que otras sociedades usaban piedras y ajo para bloquear el paso vaginal, una práctica también conocida como anticoncepción de barrera. Otras optaban por aplicar tapones de hierba, tela o esponjas marinas. El método propuesto en el siglo IV a. C. por Hipócrates, a menudo aclamado como «el padre de la medicina occidental», era más elaborado. El legendario médico sugirió que las mujeres podían beber agua salada con cobre para prevenir el embarazo e incluso afirmó que los efectos del brebaje tóxico duraban un año entero.
El de Hipócrates no era el único método cuestionable. El médico y ginecólogo griego Sorano de Éfeso declaró en el siglo II d. C. que las mujeres debían contener la respiración durante las relaciones sexuales y estornudar después para expulsar el semen. Es más, aconsejaba a las mujeres dar 7 saltos hacia atrás.
Otros métodos poco fiables, como la interrupción de la eyaculación, también fueron ampliamente usados y se consideraron bastante inofensivos aunque no muy fiables. Debido a la incomodidad, las dificultades y la falibilidad de estos métodos antiguos, continuó la búsqueda de mejores soluciones anticonceptivas.
El preservativo y el DIU
A lo largo de la Edad Media, surgieron nuevos métodos anticonceptivos a la vez que se descubrían los efectos previamente desconocidos de los existentes. Los amuletos anticonceptivos se usaban con frecuencia; además de las conocidas hierbas secas, estos objetos podían consistir en testículos de castor, cerumen de mula, huesos de gato negro o cualquier otro material animal que se creía que ejercía una protección mágica.
Si bien el conocimiento de tales métodos comenzó a decaer en los siglos posteriores, ya que las mujeres corrían el riesgo de ser acusadas de ser brujas, comenzó una nueva era cuando el primer brote de sífilis azotó Europa en el siglo XV. Fue entonces que se descubrió que la anticoncepción de barrera también era un método útil para detener la propagación de enfermedades de transmisión sexual.
Este descubrimiento, a su vez, condujo al desarrollo del primer condón en 1564: una funda de lino atada con una cinta. A pesar de la creciente popularidad de este método, el principal objetivo del uso del preservativo era proteger a los hombres cuando visitaban los burdeles. Las mujeres no podían opinar sobre si querían o no que sus parejas lo usaran. En el siglo XVIII, los condones se vendían a precios altísimos en bares, barberías, farmacias y teatros tanto en Europa como en los Estados Unidos.
En 1855 se empezaron a utilizar los primeros preservativos de goma. El caucho vulcanizado los hizo más elásticos y esto llevó a un aumento global en la producción de preservativos. El uso de preservativos como método anticonceptivo se generalizó aún más cuando se inventaron los condones de látex en la década de 1920. A diferencia de las versiones anteriores, que solo podían almacenarse durante tres meses, estos podían guardarse durante varios años.
El dispositivo intrauterino (DIU), otro método anticonceptivo que todavía se usa en la actualidad, también se desarrolló en la década de 1920. Fue Ernst Gräfenberg, un médico judío alemán, quien pensó en un dispositivo que funcionaba después de la concepción, evitando que el embrión anidara y creciera en el útero. Los nazis percibieron este método anticonceptivo como una amenaza para la raza aria y, por lo tanto, lo suprimieron poco después de su invención.
Sin embargo, esta prohibición intermedia no detuvo el desarrollo del DIU. Los primeros ejemplos, hechos de tripa de gusano de seda y alambre de plata, fueron sustituidos a finales de la década de 1960 por un producto más avanzado que, gracias a la adición de cobre, demostró ser 95 % efectivo. El DIU hormonal fue un invento posterior. Al igual que la versión de cobre, este DIU cambió la forma en que se mueven los espermatozoides, impidiéndoles llegar al óvulo. Hoy en día, los DIUs están disponibles como implantes anticonceptivos reversibles con una eficacia potencial a largo plazo.
El capuchón cervical y la esponja anticonceptiva
El capuchón cervical, también llamado bóveda o capuchón de diafragma, se insertaba en la vagina. El capuchón de goma de principios del siglo XX que se muestra a continuación fue modificado por la Dra Marie Stopes, una de las pioneras de la píldora anticonceptiva. Según sus creencias eugenésicas, la cría selectiva a través de la aplicación de métodos anticonceptivos podría evitar que nacieran «indeseables».
Stopes promovió también el uso de esponjas. Por lo general, contenían una mezcla de líquidos que se creía que tenían un efecto espermicida. Este método se hizo eco del uso de los anticonceptivos de barrera casi 2.000 años antes.
Al igual que el capuchón cervical y el preservativo, la esponja se reinventó una y otra vez para hacerla más segura y eficaz. Fue ampliamente utilizada a principios del siglo XX, al igual que el tampón anticonceptivo, que funcionaba de manera similar.
Si bien no se perfeccionaron para brindar una protección óptima, estos métodos anticonceptivos ofrecieron una alternativa muy necesaria para los métodos altamente poco fiables para prevenir el embarazo, como la abstinencia o las duchas vaginales en los tiempos anteriores a la píldora.